sábado, 19 de febrero de 2011

Taller de motivación a la escritura


“No escribir lo que se piensa, sino lo que se percibe, y lo que se siente cuando se percibe.”

 Mario Levrero


Hace más de veinte años, este taller fue concebido y creado originalmente por el escritor uruguayo Mario Levrero. En México (Santiago de Querétaro) lo impulsa Carmen Simón, quien recibe de parte del propio Levrero, la preparación y el entrenamiento necesarios, para dirigirlo desde 1991 en su modalidad virtual y en 1992 en su forma presencial. Contribuir a la continuidad de este visionario método, que ya ha dado unas cuantas generaciones de escritores creativos, y estimular el surgimiento de nuevos escritores independientes capaces de producir textos originales con su propio estilo personal, es el blanco de su labor.
Los principios de este taller contemplan que, todo aquel que desea desarrollar su escritura es necesariamente un escritor o, en general, un artista potencial, y sólo necesita, en la medida de que ese artista potencial se encuentra bloqueado o tiene dificultades para expresarse, que reciba el estímulo adecuado. Este método pretende ser ese estímulo. Inicialmente se trata de aproximarse a la propia imaginación, que es lo que permitirá acceder al estilo personal, ya que éste no es algo que se crea, sino que forma parte de cada ser, y sólo es necesario permitirle que se exprese. Posteriormente y habiendo afianzado el estilo personal, se accede a la segunda etapa de este método, la cual consiste en entrenar al escritor potencial en la corrección de textos. Esta tarea se logra a través de una serie de sesiones en donde se trabajan lectura y marcaje, además de un análisis colectivo del texto.
Dentro de las actividades del taller, además de ofrecer lecturas públicas, contamos con la Botella Literaria para brindar y brindar también charlas literarias informales y divertidas, que contribuyan a elevar el nivel cultural de sus integrantes.

Nosotros entendemos que escribir con el alma es la mejor forma de rendirle homenaje a la literatura. Despertemos, pues, nuestra alma dormida.

De los integrantes del taller, a quienes llaman Los Arcángeles, diremos que...

No contenta con las complicaciones para conseguir al mismo tiempo la papa de sus cuervas y escribir, Carmen Simón se ha echado encima a todo un arcangelerío. Allá ella.

Con la cabellera al aire y desfiando la furia de la naturaleza, las manos de Marta García Renart recorren con el mismo oficio las teclas del piano, las ramas de su limonero o las hojas en blanco.

El Arcángel mayor, mejor conocido por los demás consistoristas como Enrique Vallejo, afirma que su apelativo no tiene que ver con la edad. Trotamundo insaciable, conoce los atajos más dúctiles que sibarita alguno pueda imaginar.

Ticho García Oliva es tilichero. En los recovecos de su cuarto de tiliches, carente de luz, tapizado de telarañas y aromatizado por orines de gato, se ha obstinado en fabricar textos para enamorar a la hija de la lavandera.

Erika Vaca, hija del lluvioso septiembre, después de varias intentonas optó por dedicarse a contar las manzanas del frutero, hasta que se encontró con un grupo de arcángeles con quienes ahora cuenta en las buenas y en las malas.

Carlos Alcocer es albañil de brocha gorda y precursor de desveladas que, como buen marinero furtivo, añora las noches flotantes y los secretos rotos.

La neta es que Rodrigo Castañeda inicia su carrera al rehusar casarse con la infanta María. Después de varios fracasos por revolucionar el modo en que se estilan las cejas, ahora tiene su propio microchangarro y lo mismo escribe cuentos, que anuncios; excusas para maridos cornudos, o discursos presidenciales.

Gisela Guerrero, decoradora entusiasta de Hidalgo, a escondidas de su familia viste con carcajadas sus historias.

Víctor Mancilla, el Buda, ha decidido plasmar en sus textos las enseñanzas recogidas durante su estancia en la facultad de escatología, para salpicarnos con ellas aun sin provocación.

A Cora Tillett le gusta escribir subida en un elefante, se rasca con una jirafa y toma su baño matinal enjabonándose con su tortuga favorita. En sus ratos libres estelariza comerciales de comida para mascotas.
José Luis Sandín realiza cosas en la computadora y le pagan por ello. Además es escritor de tecla gorda. Sólo ha publicado en el periódico mural de la escuela primaria donde estudió y fue en una pintura colectiva.

Rosamaría Rangel sube cada noche a la loma más elevada para vigilar que nadie se robe el legendario acueducto de Querétaro. Para espantar al sueño, le cuenta historias verdaderamente escalofriantes.

Para Gina Airtien, los teléfonos celulares constituyen el punto vital de cualquier persona itinerante y ambulatoria. Cada que empieza a escribir un texto, enciende los tres aparatos que siempre lleva consigo, con la falsa esperanza de que nadie le hable.

El doctor Clemens Bauer felizmente ha confundido el bisturí con una pluma. Los pacientes ahora salen del quirófano sin quistes, sin hernias o sin anginas, pero con una pequeña ficción en forma de cicatriz.

Luz Angélica Colín, accidentada titiritera, amenaza con dedicarse de lleno al cuento; ya remoja sus células escritoras en un poco de tinta

Habilidoso webmaster siempre rodeado de chicas lindas, Alfredo González es cafeínomano fino y torero de adrianes.

Alicia Aguilar salió en su búsqueda; el conejo corrió, corrió, corrió y ella cayó, cayó, cayó. Aún sigue probando llaves.

Elizabeth Frick, joven madre que, para poder escribir, practica la lucha libre con su crío.

Incansable amasador de la magnífica passanta, Aurelio Benassini también hiñe la nostalgia y le da forma de cuento.

La sagaz descubridora de brujas Dora Martínez, agobiada por el exceso de trabajo, se ha convertido en ave nocturna para escribir tenebrosas historias.

Eréndira Herrera, soñadora virtual del Parque Lira, libra tremendas batallas territoriales mientras escribe.

Eduardo Honey Escandón, revoltoso cuentero atrapado en la Venezuela de Chávez, le dedica su tiempo a la palabra, aunque vive del ordenador, quien tiene la última palabra.

Carmen Rosas batalla contra la timidez, mientras cuenta lo que le cuenta su ser interior.

Luis Monterrubio, risueño productor de un torrente de proyectos imaginarios.

Mariana García Luna, transita incansablemente desde Reynosa hasta Los Cabos en búsqueda de su estilo personal.

Doctorzaso en economía, Carlos Morera, antes rodeado de inglesitas se hace acompañar ahora de puros cuentos.

José María González Learra, alias Txema, despega desde el aeropuerto de Loiu, anteriormente Sondika, en la provincia de Bizkaia, y arriba virtualmente al cuenterío de Santiago de Querétaro.

Puedes conocer el taller en la siguiente dirección: http://www.taller-literario.com


Jurado del Concurso 50. Noviembre - 2003

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