viernes, 26 de enero de 2018

218. Noviembre de 2017

CONCURSO CCXVIII

TEMA: 

La microhistoria que se revela en lo que miramos


Saulo Mercader, Miradas


PRIMER LUGAR

RIVER SONG

Cómplices


Aparto la vista del libro, disfruto del sol y vagabundeo con la mirada. Una niña juega con su muñeca al lado de una señora que habla por el celular, una pareja de abuelos da de comer a las palomas. Vuelvo a mirar a la niña. De uno en uno, le está arrancando los cabellos a la muñeca; su voz me llega como un susurro: “¡Calva te vas a ver mucho más linda!”. Retorno decididamente a mi lectura, pero ella no cesa: “¡Sin deditos, La Manquita te van a llamar!”. Doy vuelta a la página. “¡A alguien que yo sé le sobran los ojitos!” Comienzo a leer en voz alta, pero otra voz me ahoga las palabras: “¡Ayúdeme, por favor, ayúdeme!”, clama la muñeca. Su voz me recuerda a la de mi hija. Cierro el libro y me dirijo hacia ellas. De un manotazo, le arrebato la muñeca a la niña, y la mujer, sin cortar la llamada, me increpa. Trato de explicarle lo que ocurre, pero se niega a escucharme. Un policía interviene, me quita la muñeca y solicita una patrulla. La gente se arremolina a mi alrededor. Y mientras me arrestan, alcanzo a observar cómo la niña y la muñeca se sonríen.

MENCIONES DE HONOR

CERO

Viñeta común

Subieron a Internet el video de un linchamiento a un ladrón, entre aquellos furiosos hay una chica de piernas preciosas: ella está como en trance. Volteo la mirada hacia la televisión. ¡Qué buenas escenas de persecuciones y balazos! Pero no puedo ver más, oprimo el botón de grabación y salgo. Camino dos calles y me encuentro con un hombre golpeando a una mujer. Ella me mira... Lo siento, odio llegar tarde al cine.

BLACK DOT

Vacación

Raquel se probó el bikini frente al espejo. No lo hizo para ver si le iba bien a su cuerpo, eso era lo de menos. En el piso de la tienda, sintió el calor del sol y la textura de la arena dorada de la playa. Imaginó parasoles blancos y palmeras con cocos, mientras el aroma de una piña colada excitaba su paladar y los pelícanos surcaban el cielo azul. En una esquina, cerca de su cabeza, la puesta de sol era espléndida. Sintió las manos masculinas recorrer su piel y se estremeció de placer. Al salir del vestidor, aún escuchando el sonido de las olas, sus ojos vislumbraron el rostro del amante, triste al verla partir.

EUSEBIO TECATE

Meditación urbana

Me quedo quieto, sentado en la banca del parque. Pongo mis manos en las rodillas y cierro los ojos. Respiro hondo. Trato de concentrar toda mi atención en el proceso de la respiración. El aire fluye desde mi nariz hasta lo más profundo de mis pulmones. No logro siquiera relajarme: el olor a tamales lo arruina todo. Cambio de sitio una y otra vez, pero los olores, los ruidos, los empujones y la lluvia que recién ha comenzado me hacen perder el foco. Y así deambulo. De pronto, aunque me estoy mojando y los cláxones de los autos pudieran reventar mis tímpanos, conquisto la concentración. El tráfico vehicular se detiene y un policía corre hacia mí, grita órdenes que ignoro. Estoy inmóvil en medio de la avenida, mientras siento mis pulmones inflándose cuando aspiro y disfruto de los chorros de aire que viajan raudos por mis orificios nasales al exhalar. Abro mis ojos y todo sucede en cámara lenta: el tráfico, el policía, la gente. Entiendo que la eternidad dura un instante. Luego sigo con mi vida.

MEMINERO TUI

Muda

En la banca de cantera me respiro: huelo a rancio. Me interno entre los arbustos, caigo hecho un ovillo. Asoma el niño que llevo dentro. Humedecen sus labios mi sonrisa. Reverdecen los pinos su mirada. Mis pies flotan en los zapatos. Me incorporo y dejó atrás la piel rugosa. Voy hacia otra luz.

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